martes, 11 de mayo de 2010

El niño que llevamos dentro

Hoy sólo una pregunta va y viene a mi cabeza. No todo lo que sé lo aprendí de los libros, la gran mayoría de las cosas importantes y útiles en la vida diaria se aprende viviendo, día a día, y aunque parezca mentira, también nos examinan para comprobar que aprendimos bien. Que levante la mano aquel que nunca haya tenido una riña con sus amigos, que nunca hizo algo mal para luego arrepentirse, o aquel que nunca haya pedido perdón...

La vida tiene diferentes obstáculos que son reales y casi tangibles... pero hoy, hoy es diferente, hoy caigo en la cuenta de que en algún momento de la vida de los que me rodean parece haber un punto y a parte. Un final de algo hermoso, que deja atrás sensaciones únicas.
¿En qué momento exacto de nuestra existencia dejamos de ser un niño? Yo aun lo soy. Y hoy no sé si es una lástima o una suerte.

Siento alegría porque aun conservo la picardía y la falta de vergüenza mezclada, eso sí, con cucharadas de inocencia. Mantengo la ilusión de las cosas futuras y me divierte soñar que mis deseos se harán realidad. Y ¿por qué no? aun disfruto si tropiezo con algún juguete olvidado por mi habitación, y me atrevo a aventurarme en algúna diversión inventada que me recuerda que aun soy quien algún día fui.

Per siento tristeza por los que ya no lo son, por los adultos adultísimos que aun siendo jévenes caminan estirados, hacia un futuro aburrido y sin mucho sentido, en el que casi no hay sueños ni metas, más que vanidades y materiales de los que ellos mismos se han convencido que son necesarios, convirtiéndose así en auténticos dependientes de su propia rutina gris. Apensa hablan, no tienen tiempo, todo les cansa. Tienen conversaciones aburridas de adultos, hablan sobre palabras extrañas como hipotecas y rentas, hoy no sé lo que significan. Tienen frases aprendidas, gestos estudiados, ropa seria, llegan cansados, suspirando... Todos igual.

Hoy he pensado... quizás ellos sean más niños que yo... porque aun no han madurado para comprender el valor de las cosas y las personas, para dar importancia a los detalles mágicos y únicos que nos rodean y que son irrepetibles, ellos los dejan pasar mientras repiten mecánicamente sus rituales, todos los días igual...
Y es que hoy he llegado a pensar que son niños. Sí, y quizás, sólo quizás, aunque ellos no lo sepan.... siguen jugando. Sus vidas, es sólo un juego.

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